El modelo de liderazgo de Mahatma Gandhi, que se sustenta en los principios de abstenerse de mentir, de evitar el uso de la violencia y de practicar la humildad, puede ser una herramienta útil para contrarrestar el narcisismo, que se caracteriza por un excesivo amor hacia uno mismo, basado en un sentimiento de inferioridad
El líder sin ego
Alberto González Pascual
Business Review (Núm. 337) · Habilidades directivas · Octubre 2023
La aspiración universal de liderar un grupo humano siempre ha estado asociada a mantener una coherencia transparente entre la teoría y la práctica, entre el discurso y la conducta, entre las decisiones y los actos que se toman en los momentos más adversos y la medida con la que después cada uno se juzga a sí mismo y a los demás en aras de seguir mejorando. Innegablemente, el líder debe alcanzar resultados o, dicho de otro modo, tiene que demostrar que las metas con las que se haya comprometido, incluido el modo de alcanzarlas, llegan a plasmarse, al menos, en una proporción estimable.
En este escenario típico, cuando ocupas un lugar de responsabilidad formal frente a un equipo de profesionales dentro de una organización, la fuerza de tu liderazgo dependerá, sin excusas, de la autoridad moral que te otorguen los demás; es decir, de la cantidad de tu influencia a la que estarán dispuestos a exponerse con una actitud positiva tras procesar tus valores y tus formas de ser, tanto mediante sus propios criterios racionales como a través de sus emociones. Son las personas a quienes diriges las que permiten que te ganes el semblante y el reconocimiento de ser un líder auténtico.
Cualquiera posee el olfato para detectar jefes que se arrogan virtudes, éxitos o atributos que no les corresponden, pues caen en una fantasía narcisista en la que se autoconvencen de ser algo más de lo que verdaderamente representan dentro de la realidad social de la empresa. Este tipo de perfiles suelen provocar reacciones desagradables en el ecosistema social de cualquier compañía, y de una manera instintiva son rechazados por las personas que les tienen que apoyar debido a su exceso de arrogancia y amor propio. Lo que está en juego es la desmesura del yo, con la consecuente ingobernabilidad del ego. Este resorte psíquico queda asociado a múltiples tipos de adicción, ya sea el ansia de poder, ya sea el miedo a que los demás no cedan voluntariamente su consentimiento para cumplir con los deseos de quien ostenta la autoridad.
El líder que se siente insatisfecho al percibir que no se le valora lo suficiente, y que sufre por ello, estaría fuera de la mentalidad asertiva, empática y reflexiva que resulta necesaria para ocupar dicho rol. Al estar privado del temperamento que genera esa mentalidad, caerá en la autocomplacencia de correlacionar sus carencias con un exceso de esto o de aquello. Por ejemplo, siempre encontrará una justificación apropiada pa...
Alberto González Pascual
Profesor en la Universidad Rey Juan Carlos, Esade, Escuela de Organización Industrial y Universidad Villanueva, así como director de Cultura, Desarrollo y Talento en PRISA Media ·
Profesor de las universidades Rey Juan Carlos y Villanueva. Director de Cultura, Desarrollo y Talento de RR. HH. de PRISA. Doctor cum laude en Ciencias de la Información (UCM) y Pensamiento Político (Universidad Pablo de Olavide). Colabora como articulista, además de con Harvard Deusto Review, con EL PAÍS Retina y EL PAÍS Tecnología, Do Better ESADE, El Huffington Post y Diario de Sevilla. Es profesor asociado de las Universidades Rey Juan Carlos y Villanueva. Director académico del curso de transformación cultural de organizaciones en ESADE. Alumni de la JFK School of Government de Harvard University y de Cornell University, donde se ha graduado en psicología del liderazgo y liderazgo adaptativo. Investigador de Cártel especializado en la noción de angustia en la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y Campo Freudiano de Madrid. Colabora como juez de la Liga Española de Debate Universitario (LEDU).
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