Equilibrar nuestra agenda laboral con la vital es una misión fundamental para no perder el norte de nuestras vidas y gestionar adecuadamente nuestro tiempo. Hay que aprender a tener una mirada más completa, que combine las luces cortas del hoy con las largas del mañana
La gestión del tiempo vital
JS
Jon Segovia
Management & Innovation (Núm. 64) · Estrategia · Abril 2024
Hasta hace poco, todo era urgente. Ahora, todo ha pasado a ser también importante. La inmediatez y el cortoplacismo han pasado a ser los reyes de nuestra agenda personal. Nuestra vida solo se maneja con poderosas luces cortas, aunque eso nos lleve a que, si bien estamos desarrollando nuestras carreras con mayor profesionalidad que en cualquier otro tiempo, estamos, al mismo tiempo, más vacíos de sentido que nunca. Parece que no estamos incluyendo todas las variables importantes dentro de nuestras fabulosas agendas.
¿Acaso no es correcto sentirme reconfortado por el reconocimiento a mi trabajo cortoplacista? ¿No es adecuado tener un poco de ego y autoestima? Sin duda alguna, sí. Tenerlo en su justa medida ayuda a tener una adecuada autoestima. Sin embargo, cuando el ego se muestra en exceso, pasamos a la vanidad. Y el vanidoso no es dueño de su agenda: son los demás quienes la manejan, ya que depende de ellos. Veamos tres motivos que generan este desequilibrio en la gestión de nuestras agendas:
1. La falacia del 'multitasking'. Creemos que algunas personas son más eficientes por ser capaces de hacer varias cosas a la vez. Sin embargo, todos los estudios científicos (el del Consejo Nacional de Seguridad de USA, por ejemplo) demuestran que eso no es posible. Lo que hacemos es un cambio rápido de foco. Nuestra mente es monotasking. En el mundo de las prisas, interrupciones y notificaciones constantes, un ejecutivo no es capaz de mantenerse más de nueve minutos sin una distracción, y eso es todo menos eficiencia.
2. La hoguera de las vanidades. Vivimos en un mundo vacío, donde lo más importante es la imagen que proyectamos. Como consecuencia, vivimos a merced de lo que terceros quieran hacer de nosotros a través de sus elogios o ataques. Todo vale con tal de lograr que hablen bien de nosotros. Ellos manejan nuestra agenda.
3. La exigencia por los resultados inmediatos. Esto hace que solo tengamos tiempo para trabajar y, si acaso, un poco para nuestros seres queridos. Relegando al olvido nuestro cuidado mental personal. No hay tiempo para mí; lo contrario suena a egoísmo. Por lo que no hay espacio en nuestra agenda para la reflexión e introspección. Es decir, no hay detecci...
Jon Segovia
Profesor de Desarrollo de Personas y Gestión del Cambio en Deusto Business School ·