Lo más probable es que dentro de veinticinco años el liderazgo humano conviva con el algorítmico. En un entorno donde el concepto de trabajo será muy diferente del actual, la esencia humana –irreplicable por la tecnología– puede marcar la diferencia en la gestión de personas.
Gestión de personas: ¿podrá la IA replicar el brillo en los ojos?
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Elena Méndez Díaz-Villabella
Business Review (Núm. 350) · Recursos humanos · Diciembre 2024
Con más de veinticinco años en el ámbito de la gestión de personas, calculo que aún me quedan unos quince de carrera. Siempre imaginé que en el último cuarto de mi vida laboral la palabra “epílogo” comenzaría a revolotear en mi cabeza. Pero no es así. De hecho, está ocurriendo exactamente lo contrario: vivo el apasionante prólogo de un tiempo en el que la tecnología promete transformar nuestras vidas y trabajos a un ritmo hasta ahora inédito.
Imposible imaginar un final de etapa más apasionante. Que mis ojos, como el de muchos colegas de profesión, brillen tanto como al inicio de mi carrera confirma que el motor de esta revolución no solo reside en los algoritmos.
El futuro tecnológico siempre da vértigo. Predecirlo, aún más. Incluso algunas de las mentes más sobresalientes fallaron en sus pronósticos: ni la invención de la bomba atómica detuvo guerras, ni el cine sonoro resultó ser un fracaso, ni los coches resultaron ser una moda pasajera… En 1930, Keynes predijo que el avance de la tecnología haría que en 2030 solo tuviéramos que trabajar quince horas a la semana. Tan cierto como que la predicción aún no ha prescrito lo es que todavía estamos muy lejos de su vaticinio.
Y es que lograr un cambio de la magnitud que auguraba Keynes exige tener en cuenta muchas otras variables de la ecuación. Las organizaciones son sistemas complejos y dependientes de interacciones no lineales, en los que un mínimo cambio puede desencadenar enormes consecuencias. Nada que no hayamos visto ya: con cisnes negros, efectos mariposa y cambios geopolíticos imprevisibles, necesitamos, parafraseando a Arquímedes, “un punto de apoyo para mover el mundo”. Estoy convencida de que ese punto es la esencia humana, que permanecerá y se reforzará como un valor diferencial en medio de tanta incógnita. El brillo en los ojos, esa chispa motora que enciende el entusiasmo, –el brillo foveal– es, y lo seguirá siendo, solo humano.
Una cosa es segura: seguiremos siendo personas
Nos encontramos en una encrucijada en la que la evolución humana y la tecnológica se entrelazan, desdibujando la frontera entre lo natural y lo artificial. Pero, independientemente de lo que nos traiga el futuro, una cosa es segura: las personas seguiremos siendo personas. Ahora y en 2050 continuaremos sintiendo y necesitando propósito, conexión, reconocimiento y autenticidad. Aunque las inteligencias artificiales simulen respues...
Elena Méndez Díaz-Villabella
Profesora asociada de IE Business School y directora de la red enEvolución ·